
Esto es más que un sueño, estoy seguro. No fue producto de comer muy tarde ni de algún medicamento. Es mi miedo más profundo. Todo empieza así:
Era un día relativamente soleado y estábamos en la playa unas de mis tías, mi novia y yo. Yo siempre llevaba mi tabla de surf, pero un cable se cruzó en mi cerebro y en el sueño llevaba bajo mi mano una banca de playa. Terminó no importándome y me monté en la banca como lo haría en una tabla, además, monté a mi novia un poquito más adelante y me adentré al mar. De inmediato, ella demostró su miedo y me pidió que saliéramos. Evidentemente sentía un miedo terrible que le invadió todo su ser, y trató de expresármelo. Yo disgustado pretendí no escucharla, pero después de unos segundos me arrepentí de mi decisión porque la empecé a escuchar con mi corazón y quise volver. Sin embargo, ya era muy tarde; el mar nos revolcó y nos atrajo a su inmensidad. No era una playa más, pues una playa no suele ser así. A dos metros de la playa ya era una profundidad de altamar, quizá más. Un hueco sin fondo. Un precipico sin fin. Después de esa larga revolcada logré salir a la superficie, pero para volverse mi peor pesadilla, ella no había salido. Entonces nadé desesperadamente buscándola, nadé por lo que pareció una eternidad y grité por ayuda, pero como suele pasar en los sueños, estaba totalmente solo. No puedo explicar el fuego de sentimientos que nacía en mi estómago, quemaba mi pecho y explotaba en mi cara. Tal vez alguien lo entienda. Tal vez alguien entienda lo que es amar a alguien más que a cualquier cosa en este mundo, incluso a uno mismo. Ese mismo sentimiento por ella fue el que me condujo a tomar la decisión que iba a hacer segundos después. Aunque estaba dormido, pocas decisiones he tomado tan concientemente. Decidí hundirme y buscarla hasta encontrarla, aunque todo el aire se me acabara, porque si yo salía tenía que ser con ella. O si no, de todos modos no volvería a respirar. Todo perdería el sentido. Así que tomé aire, tal vez el último que tomaría en mi vida, y me hundí y nadé lo más que pude, entrando cada vez más en la oscuridad. No veía ya nada más que una roca que estaba iluminada por un leve rayo de sol que entraba por la superficie y moría en la nada. Decidí mover la roca, y al hacerlo salieron cuatro pecesitos anaranjados detrás de una tortuga, los cuales seguí y observé cuidadosamente. Y eso por algún motivo alegró mi corazón, porque por alguna razón esos peces simbolizaban los hijos de mi amada y yo. Y eso trajo un rayo de felicidad que calentó mi corazón que ya estaba al borde de congelarse. Y observé sin pensar como esos pecesitos seguían con todo su esfuerzo a esa tortuga. Poco a poco se iban confundiendo entre tantos peces mientras mi cuerpo iba despertando. "Yo se que ella sigue viva en alguna parte", pensaba mientras los peces se iban perdiendo entre la multitud y mis ojos se iban abriendo. " en algún lugar su corazón sigue latiendo, su pecho sigue respirando. Yo lo se."
Luego entendí, que esa tortuga era Nati, mi amor.